Silencio, fe y oración en la procesión del Encuentro

El silencio y el respeto han marcado las procesiones de Cantalapiedra durante toda la Semana Santa. El orden ha sido riguroso en todas y cada una de estas señales de fe por las calles de la buena villa
El último de los actos procesionales tuvo lugar esta mediodía, a la una, cuando se representó el encuentro de María con su hijo Jesucristo resucitado, el Aleluya
Se recuperó la tradición de las reverencias de los portadores de la imagen de la Virgen, que se arrodillaron tres veces, y la agrupación musical de dulzainas de Cantalapiedra hizo sonar el himno nacional para acompañar este momento de alegría pascual. La Virgen que caminaba de luto fue despojada del mismo por una mujer de la villa, que le quitó el manto negro, y dejó a la luz un bello manto blanco bordado en oro. 
La procesión tomó nuevamente rumbo a la iglesia de Santa María del Castillo, acompañada por la música de las dulzainas, que marcaban un ritmo que iba acompasando y a su vez quizá influyendo en los variados sentimientos de cada uno de los fieles participantes en este desfile. Muchos estaban alegres por acompañar a la madre Cristo en el encuentro con su hijo; otros, disfrutando el momento presente con sus familiares; otros, añorando tiempos pasados; e incluso, quienes recordaban con emoción a personas que otras ocasiones habían hecho posible estas procesiones y cuya carencia siempre se estimará. Porque las tradiciones de ahora, son legados de quienes precedieron, con las adaptaciones y cambios precisos, pero mientras permanezcan vivas, el fin se mantiene.





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